
Tal vez nunca debió haberle dado la llave. Ya no podía abrir los ojos cada amanecer sin ser ella lo primero que viera.
Ya estaba el desayuno hecho y la lavadora funcionando…
Cada mañana aguantaba, pero ese día en particular no tenía ganas de verla.
- ¿Sabes? Hoy tengo que ir al súper.
- ¡Ningún problema! Yo también necesito comprar unas cosas, puedo acompañarte.
- Es que después tengo que ir al Internet… debo consultar mis correos, mandar algunos otros…
- ¡Ningún problema! Puedo estar ahí a tu lado, ¡en otra máquina, claro! Yo también tengo varios días sin revisar mi correo.
- Tal vez me tarde.
- Yo también. Me llegan muchos correos.
- Voy a ir a comer con un amigo… Platicaremos cosas de hombres…
- ¿Una hora? ¿Dos horas? ¡Ningún problema! Puedo esperarte afuera del restaurante… ¡o tomarme un café en otra mesa!
- ¡Hoy tengo función de la obra que ya viste cientos de veces!
- ¿Te dije que se fue la de relaciones públicas… y me contrataron?
Ante el ministerio público, una hora después del asesinato, él sólo dijo que había sido víctima de una posesión demoníaca.
20 de abril del 2008
-- las relaciones humanas siempre encuentran sus tibios recovecos en tus letras maestro, un abrazo Luis!
ResponderEliminarMi querido jota pe, te contesté en tu blog y no supe si lo viste... Por si "las de hule": ¡Gracias por tu comentario! Eso de maestro me suena a mucho... sólo soy un pobre profesor que escribe de vez en mucho. Un gran abrazo.
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