sábado, 10 de octubre de 2009

No me dejes morir


¿Tienes miedo de morir o de dejar de vivir? Esta pregunta se la escuché a Jesús de la Vega, amigo mío, una tarde de lluvia, mientras platicábamos de su facilidad para expresar su literatura profunda y extraña. Me caló mucho. Yo siempre he dicho que "tenerle miedo a la muerte es tanto como temer la vida con intensidad". Por eso la he vivido intensamente; hasta el grado de cansarme; hasta el grado de mirarme envejecer prematuramente y sentirme lleno de una sabiduría malévola... productiva, pero solitaria.

He amado mucho. A tres personas para ser exactos. Dos de ellas ya forman parte del mundo que ningún ser vivo conoce... La tercera me martiriza cruelmente porque sabe de mi amor, de mi devoción, de mis deseos y ansias... y no es capaz de darme, siquiera, una migaja de la mitad que anhelo... teniéndolo en sus manos porque, hasta eso, esa sabiduría de la que hablo me ha enseñado a no pedir más que esa migaja. Sólo le pido ese abrazo; esa caricia pequeña; ese dejarme en contemplación y, tal vez, de vez en cuando, un breve beso en una de mis mejillas, erosionadas por las lágrimas que me provoca el no tenerlo. Sólo le pido que me deje tocarlo en algún momento; besarlo en algún otro... justo en esa mejilla erosionada por sus pocas lágrimas de corazón duro... y tal vez con la visita a mi oído de algún: Te quiero... aunque sea de amigo.

Y he ido más lejos... sin abandonar esa sabiduría malsana. Me he hincado ante el Cristo de mi cabecera y le he pedido que le haga saber de mi amor; que eso que siento no supera el límite de su libertad de elección; que sólo deseo su cabeza en mi almohada mientras la mía descansa sobre su pecho; que sólo deseo su mano sobre mi mano... la que me quede libre, sobre su pelo... tal vez sobre su estómago dulcísimo, sus piernas, pies o brazos ajenos; mi boca jugando con su torso en inocencia total y con la única finalidad de respirar su aroma... y llegar así al orgasmo seco, sublime, humano y divino, de saberme suyo aunque no sea mío... pero que está conmigo para decirme que el corazón que amo es el de un ser con sentimientos y no el de una piedra fría golpeada por el mar de la indiferencia, cobarde y cruel.

¿Por qué: No me dejes morir? Porque mi testamento es todo suyo. Él es lo único que me queda. Y aunque no está lo obligo a vivir a mi lado cada día. Con cada sueño; con cada recuerdo; con cada café esporádico y cada tarde de cine que sólo suman dos. ¡Y es tan feliz en mis sueños que quisiera decirle que sólo me falta su anuencia para darle todo el amor que le guardo... aunque él sólo pueda ofrecerme lo antes enumerado! ¿Es mucho?

¿Por qué: No me dejes morir? Porque espero que quien me lee pueda perpetuarme en sus recuerdos. No tengo miedo de morir; he batallado con la muerte desde hace mucho... y ya se ha hecho mi amiga. Tengo miedo de dejar de vivir... Pero nadie deja de vivir cuando vive en el recuerdo de alguien.

Por eso el título. Por eso comparto. Y es que mi creatividad se desborda a veces tanto que temo morir aplastado por el anonimato.

Si estás aquí... me lees... No me dejes morir. Ese ser al que amo se ha acostumbrado a huir... Y cuando me vaya huirá, como lo hace ahora. ¡Qué tonto! Yo hubiera querido que alguien me amara tanto como lo amo a él. Que alguien valorara la mitad de lo que a él le he escrito.

Hoy me hincaré ante el Cristo de mi cabecera y le pediré que su decisión sea certera. Que nunca se arrepienta de rechazar esta bocanada de amor.

Mientras: Te amo... te necesito... Y quiero que lo sepas, aunque ya lo sabes... Y para demostrártelo, te ayudaré a huir de mis sentimientos cuando, estando enfrente de mí, no me los pueda guardar y los escupa como la tierra a su exceso de calor interno. Con nuestras respectivas miradas huyendo crearemos un volcán hermoso; y lo escalarán cientos... y mirarán desde su cima lo bella que es la vida... aunque no la sepamos apreciar.

Dios te bendiga a ti... y a quien me lee... Para quien me lee: No me dejes morir. Para ti... sólo el: te amo, que no te significa nada.

2 comentarios:

  1. Luis Fe... había obviado entrar, porque éste es un texto que remueve las entrañas y te deja cimbrado. Lo único que puedo decir es que yo no te dejaré morir. Y mientras nos llega el tiempo de no dejarnos morir, a BIEN - VIVIR se ha dicho, que pa luego es tarde.
    Te mando un gran beso desde una tarde noche de marchas, de futboles y con un cielo mu negro.

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  2. Gracias mi preciosísima Ale. Aún ando aprendiendo a manejar este lío del blog... pero veo que es una buena herramienta para lograr el objetivo de no dejarnos morir. Te mando el beso más cariñoso de la red... ¡Nos debemos un café! Dios te bendiga.

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