domingo, 27 de abril de 2025

DE NUEVO...



Hace 11 años, abandoné este espacio porque no le hallé utilidad alguna. La plataforma que la gran mayoría usa, fue mi lugar escogido, pero para mi objetivo actual no sirve.

He vuelto por la razón más absurda que puedan imaginar: ¡aquí nadie me lee! Y eso es lo que necesito ahora. Una especie de diario; un espacio en donde pueda decir lo mal que me siento, sin temor a que alguien se preocupe, que alguien se burle, o que alguien me limite. ¡Es la gloria!

Aprendí, gracias a esto, que la verdadera labor de un amigo se ha olvidado desde hace mucho. Ahora todos quieren opinar; ahora todos saben de sicologia; ahora saben todos a qué plataforma social mandarte, cuando antes sólo había de dos: o me escuchabas con atención y me consolabas en silencio, o me mandabas a la ch1n&@d@ con mis repetitivos problemas.

Perdón por disfrazar la palabra pero, para acabarla de ch1n&@r, en la otra plataforma no podías decir groserías.

Otro hecho curioso me hizo volver. En dulce armonía, contradice lo recién expuesto. Paseando por Google, me encontré un escrito que me fascinó. Lo leí a quienes estaban conmigo y les fascinó. Sólo hasta que me preguntaron por el autor me fijé... ¡y resulté serlo con un escrito aquí expuesto, y que ni siquiera recordaba!

En resumen: ¡claro que quiero ser leído! Pero por alguien a quien no le interese si después de escribir me suicido, o armo un escándalo, o cambio de oficio, o lo que sea. Sólo quiero unos oídos mudos, un corazón que no se afecte por mi persona y pueda verme andar en la cuerda floja sin afectarse, alguien que atienda mi queja, mi pena, mi dolor, mi frustración, mi cualquier cosa, y tenga un brazo para decirme en silencio: aquí estoy y aquí estaré siempre para ti, como el cristo de tu cabecera, o la estatua del ángel sobre tu tumba.

Si aquí estás, gracias. Si no, también. Tal vez sólo sea yo quien necesito estar, porque un día me fui y, por más que me he buscado, no me he vuelto a encontrar.

Y como última anotación, he de decirle a todos esos que dicen haber tocado el fondo y salido adelante, como una forma aparente de esperanza (halago vano hacia su persona es), que no debieron nada más tocarlo... si se hubieran parado ahí se hubieran dado cuenta que no era el fondo, sólo es la arena movediza que te abraza fuertemente, para llevarte al inicio de la verdadera caída.

Luis Felipe Pacheco