YO amo tu piel
dulcísima, tus ojos brillantes, tus manos inquietas, tu gesto valiente y tus
labios que, lo mismo hablan de todo y lo mismo saben callarse, lo mismo besan
con morbo y lo mismo con amor prudente.
TÚ amas su piel
antigua, sus ojos cansados pero llenos de sabiduría; sus manos temblorosas, su
gesto seguro y sus labios que esperan tranquilos tus besos, la noche de cada
día.
EL te ama. Tal
vez porque fuiste el último tren que pasó por su vía, el último calor de sus
cuatro estaciones y el espectador que aplaude el último cerrar del telón de su
vida.
NOSOTROS nos
amamos.
USTEDES para
ustedes.
ELLOS para
ellos.
YO... sólo amo
tu piel dulcísima, cada noche, en mis sueños.
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