sábado, 15 de enero de 2011

En la calle obscura


La noche que te fuiste fue noche de llanto;
no hubo ni consuelo, ni una mano amiga de la cual asirme.
Salí de mi casa… me fui caminando…
tan sólo quería encontrarme un… “algo”,
me sirviera de árbol de la noche triste.

Sólo hallé recuerdos mientras caminaba:
el parque... ¡y la banca en donde prometiste
ser mi amor por siempre!
El cine cerrado donde te besaba;
la esquina desde la que te veía cuando te marchabas…
y la calle obscura donde te perdiste.

¡Ya no pude más! Caí derrotado.
Esa calle obscura era tu presente.
Una de sus casas la puerta te abría,
las tardes o noches de todos los días,
mientras yo pedía, al cielo, poder verte.

Una de esas tardes cumplió mi deseo;
¡tus ojos brillaban como dos luceros!
No había en ellos huella de dolor ni llanto;
supe que ese amor que tanto había extrañado
no me conservaba ni como recuerdo.

Pedí al cielo entonces: ¡Olvida mi súplica!
¡Ya no quiero verla... quiero darte gracias!
Porque con mis lágrimas yo limpié las suyas,
al cortar mis venas borré sus recuerdos,
y la hice feliz… en la calle obscura.

8 de abril de 1996